Santa María La Mayor, Colegiata de Talavera
La antigua parroquia de Santa María fue nombrada Colegial en 1211 por el Arzobispo Jiménez de Rada, de esta manera agradecía el rey y el arzobispo el ejército que Talavera proporcionó para que participara en la batalla de las Navas de Tolosa. Aunque su retablo es neoclásico, formado en gran parte por el cuadro de Maella, y el barroco se asoma en su torre, se la encasilla como de estilo gótico mudéjar. Especial atención merece es rosetón, hecho de ladrillo y recubierto de estuco. Su planta es rectangular, formada por tres naves longitudinales y sin crucero. La carencia de coro alarga su belleza y nos descubre los secretos de las bóvedas. Las naves se fraccionan en seis tramos, separados por pilares con ocho columnas adosadas. Siendo arzobispo de Toledo Cisneros fue necesario, para impedir que las bóvedas se derrumbasen, colocar unos arcos rebajados para unir los pilares de la nave central.
En la Colegial merece nuestra atención la capilla de Santa Ana o de los Reyes; en ella se conserva un resto de gótico toledano: la capilla de Santa María del Pópulo, pequeña y sin embargo grande por su belleza y por el juego de nervios y como trompas en sus esquinas, que podemos contemplar en su bóveda. La sacristía se terminó de construir en 1715, costeando sus obras el Deán Baltasar Hidalgo. En ella nos encontramos con una hornacina dorada y con espejos que acogen a una imagen de la Virgen con el Niño, obra de finales del siglo XV, imagen de gran belleza y que presidió los rezos en el antiguo altar mayor de la Colegiata. Su claustro, sin los caireles del mudéjar, fue construido hacia 1469. Por los años 1704 y 1705 se añadieron los dos cuerpos superiores de la torre, siendo señor de Talavera el Cardenal de Portocarrero.
La Colegiata es arca para las sorpresas: Ruiz de Luna manifestó su devoción en cerámica en la capilla del Cristo del Mar; una piedra con las huellas marcadas, nos habla del prodigio que hizo San Vicente ante las autoridades romanas; en la capilla del Santísimo se conserva un retablo con el cuadro de San Ildefonso y Santa Leocadia, obra de Blas de Prado, discípulo del Greco. En esta misma capilla hay un cuadro de Palomino que representa a San José con el Niño. Nunca pondríamos el cascabel al fin porque son muchos siglos los que esconden sus muros y que dejaron su golpe de presencia en ella.
Fue en 1579 cuando Nicolás de Vergara el Mozo cambia el aspecto de la Plaza del Pan y la viste de Renacimiento al dar forma de circo romano a su estructura y línea. La Plaza del Reloj hará suyo todo lo referente a la Talavera del comercio y mercado, la Plaza del Pan se reserva para los actos religiosos y para los actos oficiales. En ella se corrían y alanceaban los toros, sus palacios darán posada a los visitantes ilustres y a los reyes; las procesiones, las Mondas, la jura de los Fueros de Talavera por los Cardenales, las Mojigangas y todos los actos masivos se celebraban en esta plaza. Su rústica apariencia fue embellecida por Ruiz de Luna con el color de sus cerámicas y restaurada posteriormente.
A la Plaza del Pan, en otros tiempos, asomaron sus balcones al palacio de Ayala, las casas de Don Rodrigo de Albornoz y de Fernando Girón, la casa de Fernando de Rojas y de ella brotaba la calle de los Siete Linajes. Aún podemos admirar la hechura sobria del Palacio de Oliva, enfrente del Teatro Victoria. Este teatro se construyó en 1914 sobre el terreno de la antigua Casa de Comedias que fue derribada en 1892.
Bajo el cobijo de la sombra de la Colegiata el antiguo Ayuntamiento, hoy Delegación de Servicios de la Junta de Castilla-La Mancha, antes fue Instituto a partir de 1827, pasando más tarde a ser Colegio Cervantes. El recuerdo en él ha querido ser letra y número: en el centro del friso de su portada renacentista un año ya remoto, 1566; en una de sus ventanas, fusión de la reja y el dato, "Casas Consistoriales 1863"; incrustada en la altura una inscripción en honor de P. Juan de Mariana que colocada en 1850. Antes de ser Ayuntamiento fue la casa de Gaytán y sede de la Inquisición. En la plaza del Cardenal Tenorio se conserva dos puertas con el escudo de Talavera dividido; en la que está junto a la esquina sirvió de entrada a las dependencias donde trabajaba Fernando de Rojas, el autor de "La Celestina", puesto que era funcionario del Ayuntamiento y por algún tiempo alcalde de la ciudad.
El Hospital de la Misericordia fue fundado por Hernando Alonso, que era canónigo de la Colegial. En 1475 aparece administrado por el Deán y el Cabildo. En 1808 fue cerrado, aunque volvió a abrirse en 1820. Después fue entregado en 1838 a la Junta de Beneficencia, pasando después a ser Casa de Socorro. Se cree que en el espacio que ocupa este Hospital en tiempos de los árabes hubo una mezquita, algunos historiadores hablan de la existencia de una piedra con la inscripción en árabe que decía: "En este lugar no es lícito pensar cosa mala, cuando más hacerla".
Es un edificio de planta rectangular con patio interior, de dos plantas y semisótano. Fachada simétrica y sistematización de vanos verticales y horizontales. Posee un torreón al norte, impostas y recescados de granito labrado en el zócalo.
Su portada es barroca-neoclásica, consecuencia de una posterior remodelación del edificio. Aparecen tres escudos: el de su fundador Fernando Alonso, el de Juan Castrillo y el de Sancho de Villageda; ambos benefactores del Hospital. El resto es de ladrillo se aprecian antiguos revocos que imitan falso vanos.