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Santo Domingo: La Bella Desconocida

Ábside de la Iglesia de Santo Domingo

En su iglesia el gótico, el plateresco y el renacimiento han sabido con juntarse. Su interior está formado por una amplia, limpia, larga y grandiosa nave ojival. En su altura la nervatura y terceletes juegan a tejer formas variadas, su columnas tienen la robustez del renacimiento y, ya en la altura, se deshila de dedos que se buscan en la bóveda; en su fachada aparece un plateresco sencillo y sobrio que rezuma belleza. Aunque tuvo distintos benefactores al comienzo de su andadura, sin embargo se considera a Fray García de Loaysa como el verdadero fundador de este convento que se llamó Santo Domingo y San Ginés, este último nombre porque les dieron la antigua parroquia de San Ginés para fundar el convento. En los lados del presbiterio se conservan los sepulcros de don Pedro y doña Catalina, padres del arzobispo García de Loaysa; también se encuentra el sepulcro del mismo arzobispo que había sido trasladado por Jiménez de la Llave a la iglesia de El Salvador cuando el convento y su iglesia pasaron a manos particulares, como consecuencia de la desamortización. Los tres sepulcros son de estilo plateresco dignos de ser admirados.

Santo Domingo

El Barroco de Ladrillo

Fray Lorenzo de San Nicolás marca un modo de hacer en la arquitectura de Talavera, el ladrillo toma un protagonismo en las fachadas de algunas iglesias.

En San Agustín el Viejo Fray Lorenzo puso en práctica las teorías que había escrito en su libro de Arquitectura. La iglesia del convento se construyó a partir de 1620. Su planta es de salón con capillas laterales, comunicadas entre sí y con la central. El presbiterio está cubierto por una bóveda encamonada carente de pechinas, realizada en ladrillo y madera, adornada por diversas yeserías y molduras. Posee aún los escudos pertenecientes al Marqués de Montesclaros que compró la Capilla Mayor como enterramiento familiar. Todas las bóvedas se cubren de dibujos geométricos realizados en yeso. En el lateral izquierdo, las dos primeras capillas poseen planta cuadrada, prescinden del uso de pechinas, mientras la tercera se alza sobre un octógono, al igual que la sacristía. La fachada se realiza íntegramente en ladrillo, siendo el elemento más característico. Los muros se realizan en ladrillo, tapial y mampostería, combinados en lo que ha dado en llamar "obra toledano".

San Agustín el Viejo

El monasterio de frailes agustinos fue fundado por el beato Alonso de Orozco, nacido en Oropesa pero vinculado con Talavera por vivir en ella sus hermanos y parientes. El primitivo convento estuvo situado en unas casas de la plaza del Almairo, siendo fundado en 1566. En estas casas estuvieron cinco años, pasando después a un sitio más espacioso y cercano al Alcázar donde permanecieron durante 23 años. A sus valores arquitectónicos hay que unir el que este convento era la casa más antigua de los Agustinos Recoletos y por eso en sus dependencias se celebraban los Capítulos Provinciales. Desde 1788 el Convento de San Agustín perteneció al Ayuntamiento, destinándolo a estudios de latinidad y primera enseñanza. Su iglesia pasó a ser propiedad particular y funcionó como teatro, con el nombre de El Liceo.

Las dependencias del convento han sido derribadas, conservando sólo las paredes exteriores, acogiendo hoy la sede del Museo Ruiz de Luna.

Monasterio de las Madres Bernardas

El Monasterio de las Madres Bernardas está dentro del estilo barroco y en su construcción colaboró Fray Lorenzo de San Nicolás. No tiene su fachada la grandeza de San Agustín pero su portada es una de las más bellas de Talavera. La piedra, el ladrillo y la cerámica se tejen para romper líneas y resaltar volúmenes. Este monasterio fue fundado en 1610 por doña Teresa Saavedra en cumplimiento de una promesa que hizo con su esposo don Rodrigo de Albornoz. El matrimonio tuvo tres hijos pero Álvaro murió joven, María pereció ahogada cuando se bañaba, por la noche, en el río Tajo y Catalina era religiosa del convento de San Benito. En su iglesia está enterrado el Cardenal D. Gil de Albornoz, que murió en Roma en 1649 y que era primo de Catalina y sobrino de doña Teresa.

La Iglesia de las Bernardas, de una gran sencillez de líneas y reducidas dimensiones, posee una planta de salón coronada por una bóveda semiesférica que se alza a la cabecera del templo. Desde el interior del convento podemos acceder al coro cerrado. Su fachada es de un solo cuerpo rectangular. Está rematada por un frontón triangular de triple moldura. El eje central está ocupado por una portada con tablamento y hornacina realizado en ladrillo aplantillado. En cuanto a los materiales, el ladrillo es el predominante, alternando con mampostería, tapial y sillares de granito.

El Carmen

El tercer protagonista de este estilo barroco es El Carmen, antiguo convento de los Carmelitas Descalzos, situado en la calle del Carmen, en el barrio de San Andrés. Su arquitecto quiso hacer en calco la fachada de San Agustín el Viejo. Se comenzó a edificar este convento el 14 de Agosto de 1704, terminándose las obras en 1719. Las obras fueron dirigidas por Fray Lorenzo de San Nicolás. Su planta se integra en un rectángulo ideal, sin elementos sobresalientes. En el interior destaca el zócalo de azulejos talaveranos del siglo XVIII que tuvo una amplia difusión. En el Escorial y en la iglesia de San Andrés podemos contemplar idénticos zócalos. La sencillez interior sólo se rompe con las molduras que arrancan de las bóvedas. La nave central se amplía con pilares rematados en arcos fajones, todo ello en yeso. La bóveda semiesférica se eleva sobre pechinas falsas que sirven de marco a los cuatro evangelistas pintados en óleos, hoy desaparecidos. Los materiales se repiten alternando ladrillo con piedra de sillería en los zócalos, o con tapial y mampostería revocado. Tuvo nuevo color y nuevos latidos cuando don Juan Niveiro Paje, en 1849, le tomó como sede de su fábrica de cerámica: El Carmen - Niveiro.

Iglesia de San Andrés

Junto al alfar de El Carmen está la Iglesia de San Andrés, fue construida en el siglo XV, aunque el edificio actual es del siglo XVI que mandó construir el hidalgo don Gaspar de Carvajal. Este barrio, en tiempos de Sancho el Bravo era uno de los más poblados. En el siglo XV desciende su población y Cisneros anexiona su parroquia a la Colegial; sin embargo, 1520 crece el número de habitantes y vuelve a ser parroquia independiente. La iglesia es una fábrica de aparejos toledanos que refleja fielmente su interior. La planta rectangular posee una sola nave. La cabecera está separada con un arco de medio punto, aparejado en ladrillo. El Altar Mayor posee una hornacina abocinada que soporta el retablo del siglo XVII de "San Andrés" por autor desconocido. Desde aquí, podemos observar el maravilloso artesonado octogonal, fiel exponente del arte mudéjar tardío. El coro se sostiene por dos fustes romanos que descansan sobre capiteles dóricos, su balaustre de madera totalmente tallado se asemeja al encaje de bolillos. El zócalo de cerámica probablemente del siglo XVII, parece que perteneció a la desaparecida Iglesia de San Clemente.

En la calle del Charcón está el Convento de las Madres Carmelitas Descalzas, la sobriedad es la línea de su fachada. Las Carmelitas llegaron a Talavera en 1595 y unas casas de Sancho Carranza Girón las sirvieron de alojamiento provisional. Fue la madre Catalina de San Francisco la que fundó este convento, en un principio quería construir un convento en Madrid, al no ser eso posible, se acordó de Talavera, ciudad que conocía al descansar en ella cuando iba camino de Guadalupe. La ciudad le donó la antigua parroquia de San Martín que estaba abandonada, ocupando el convento actual en 1597.

San Prudencio

San Prudencio

Las inquietudes reformadoras del Arzobispo don Pedro Tenorio le hicieron, hacia el año 1372, fundar este convento para que los canónigos de la Colegiata residieran en él; al no aceptar los canónigos el arzobispo lo donó en 1398 a los frailes jerónimos de la Sisla. Su primitivo nombre fue convento de Santa Catalina, por la gran devoción que el arzobispo Tenorio tenía a esta santa. La gente le bautizó con el nombre de San Jerónimo por estar regido por frailes de esta orden y hoy le conocemos por San Prudencio. También recibió el nombre de Jesuitas nuevos por residir los jesuitas en él a finales del siglo XIX, esto explica los temas de los cuadros que se conservan.

La iglesia es una soberbia fábrica renacentista a orillas del Tajo con algún toque herreriano, su planta es rectangular. El Altar Mayor posee un retablo barroco y frontones segmentados con figura y pináculos de una gran belleza. Posee Coro, al que se accede a través de una escalinata de granito.

El claustro de San Prudencio inicialmente era de dos plantas. Tras un incendio sólo se conserva una planta. Su construcción data de finales del siglo XIV y siglo XVI en el que se entremezclan los elementos mudéjares y renacentistas.

Las donaciones y las muchas vocaciones enriquecieron a este convento por lo que se convirtió en necesidad el agrandarlo. Del convento primitivo tan sólo se conserva la puerta conocida como El Serafín, puerta gótica de gran sencillez. En 1455 ampliaron la capilla pero su aspecto actual lo adquirió en 1536, aunque al colocar la cúpula fallaron sus paredes, teniendo que intervenir Juan de Herrera mandando colocar unos contrafuertes en uno de los lados del ábside, perdiendo la armonía y belleza programada por el arquitecto. Conviene destacar la sacristía, antigua capilla del Santísimo, por su belleza y la escalera volada que conducía al coro por su grandiosidad.

Los religiosos de este convento sobresalieron por su labor sacerdotal pero también por su preocupación por la historia de Talavera, por sus trabajos como copistas de libros de coro y por tener bien surtida de medicinas su botica. En 1821 fue cerrado y aunque abierto dos años después, en 1831 se clausuró definitivamente como convento de frailes jerónimos, pasando a manos particulares.

Actualmente es la sede de la Escuela Taller "Casco Histórico", la cual está llevando a cabo la rehabilitación del Lagar del San Prudencio de estilo barroco, donde se ubicará el Museo Etnológico.