La Jara Alta y los Montes de Toledo
Recorreremos una de las comarcas históricas de la provincia de Toledo: La Jara. El viajero percibirá unos paisajes de montaña verdaderamente espectaculares en cuanto a las formas del relieve, complejidad de las estructuras geológicas, vegetación natural autóctono y diversidad faunística; contemplará unos pueblos con una arquitectura popular en perfecta simbiosis con la naturaleza, en los que el tiempo parece haberse detenido.
Dadas las características de este itinerario, en muchas ocasiones nos veremos obligados a dejar medio de transporte y adentrarnos, caminando, por sendas y veredas que nos transporte y adentrarnos, caminando, por sendas y veredas que nos llevarán a descubrir paisajes de excepcional belleza.
Nuestro punto de partida será Talavera de la Reina. Y ahora, a recorrer el extremo suroriental de la provincia de Toledo. Desde el Tajo a los Montes de Toledo. Por la C-203 salimos de Talavera de la Reina bordeando el Tajo en dirección a Alcaudete de la Jara. Un camino a la derecha nos acerca hasta Las Herencias, pueblo que cuenta con una curiosa arquitectura popular y donde se encuentra el paraje de los Castillos, zona de cárcavas, a la orilla del Tajo donde pasa una gran cantidad de aves. Provenientes de esta zona es una estela de la Edad del Bronce que se conserva en el Museo de Santa Cruz en Toledo.
Si nos desviamos a la izquierda por el camino de El Membrillo podremos acceder a los parajes de Valdehigueras y el arroyo de Lientes, uno de los ecosistemas más peculiares de los alrededores de Talavera, una zona de cortados y barrancos donde crecen la coscoja, el enebro, la cornicabra, los romeros.
Alcaudete de la Jara fue aldea de Talavera y de su jurisdicción perteneciente al patrimonio del Cabildo toledano. En las proximidades del Camino Real se han encontrado cuevas, acueductos y mosaicos que nos hablan claramente de su pasado. Destacables con la llamada Torre del Cura, de origen árabe, siglo XI-XII. La iglesia parroquial de la Concepción es del siglo XVI. El día 2 de Febrero celebran la Fiesta de la Soldadesca.
Continuamos camino por Torrecilla de la Jara, población en la que el último domingo de Agosto se celebra una romería en la ermita del Valle, junto al río Fresnedoso. Además de las tradicionales pujas por las andas de la Virgen se baila una antigua danza, el Baile de la Pera al son del cual se recogen donativos. Se levantan castillos humanos.
Unos 500 metros aguas abajo se encuentra una necrópolis visigoda en el paraje conocido como Cerro de los Moros. En el pueblo se conserva un berraco ibérico.
Después de recorrer 6 Km. llegamos a Espinoso del Rey. Fue fundado en el siglo IV, siendo un lugar de asentamiento romano. Aquí estuvo ubicada la Santa Hermandad Vieja de Toledo y Felipe II, en 1579, le concedió el título de villa. Su iglesia parroquial es del siglo XVI con ampliación del siglo XVII y restaurada en los siglos XIX y XX; conserva sus artesonados. Es destacable igualmente su rollo de justicia del siglo XVI y una serie de edificios neomudéjares que encontramos en el paseo por la población. En las afueras se encuentra la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, del siglo XVII. Es de destacar la calidad del aceite de oliva que aquí se produce.
En los alrededores del arroyo de los Castaños se conservan magníficos ejemplares de este árbol del que quedan escasas manchas en la zona. Entre pinos y madroños, merece la pena ascender hasta el Risco Ñañas para contemplar la vista que desde allí se divisa de la Jara oriental y del valle medio del Pusa y del Sangrera.
Desde Espinoso, por una pista asfaltada ascenderemos la primera alineación de las Sierras de la Jara siguiendo el valle de un afluente del Sangrera, para atravesarla por un collado de 960 metros de altura y penetrar en la depresión intramontañosa de Robledo del Mazo, admirando la panorámica que desde aquí se nos ofrece y reconociendo la rica vegetación de estas áreas montañosas.
Iremos acercándonos por las carreteras locales hasta los núcleos de población de Las Hunfrías, Navaltoril, Piedraescrita y Robledo del Mazo. El valle de Robledo del Mazo ofrece una interesante posibilidad para los que quieran practicar el senderismo y el cicloturismo. En el núcleo urbano de Robledo son interesantes las construcciones de viviendas en hilera con tipología claramente serrana.
Recorreremos las depresión drenada por el alto Gévalo, cuyo fondo pizarroso queda enmarcado por crestas cuarcíticas de 1.000 y 1.300 metros. Especial interés tiene acercarse desde Navaltoril a Piedraescrita, la población más antigua de la zona, con referencias medievales de los caballeros templarios; se dice que hubo un convento que servía de refugio a los peregrinos que iban a Guadalupe. Cuenta con un conjunto urbano bien estructurado y una arquitectura rural bien conservada, de casas encaladas de una o dos plantas. Destaca su iglesia parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe, declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de monumento. Es un pequeño templo de tres naves con acceso en la cara norte, ábside en forma de herradura - posiblemente mozárabe - separado de la nave por un arco toral apuntado. Gran parte del interior está recubierto por cerámica de Talavera del siglo XVI, que representan escenas evangélicas. En el ábside conserva restos de frescos románicos - un pantocrátor - y barrocos. Conserva un Cristo del siglo XVII y una pila bautismal paleocristiana.
Desde lo alto de la sierra podemos ver al sur Anchuras y todos los Montes del Ciudad Real. Todo el espacio que le circunda tiene un gran encanto sobre todo lo agreste del paisaje en el que podemos observar, además de la típica vegetación de robles, fresnos y arces, corzos, jabalís, venados, y acercándonos a las limpias aguas de las pozas es posible que veamos alguna nutria, y si no, nos refrescaremos.
Volvemos a Navaltoril, a unos 3 Km., para desde allí dirigirnos a Robledo del Buey. Siguiendo el cauce del Pusa por profundos riscos intramontanos rodeados por elevadas sierras con una variadísima gama de formaciones vegetales naturales. Llegamos al paraje de las Becerras, donde existe una zona de acampada de la Junta de Comunidades. Junto al merendero dejaremos el coche y si somos aficionados a la pesca, en el coto truchero, previo paga de una cantidad, podremos pasar el rato.
Un camino que sale de Las Becerras paralelo al arroyo del Chorro nos lleva hasta la antigua captación de agua de los Navalucillos, donde en el Paraje de los Chorros existe una cascada de unos 20 metros de altura; es especialmente llamativa cuando está helada en invierno. La ribera del arroyo nos conduce hasta la cumbre más alta de los Montes de Toledo, el Rocigalpo, de 1.447 metros. Desde esta cumbre la vista es impresionante; en estos parajes todavía se conserva algunos ejemplares de tejo, árbol que se encuentra en peligro de extinción, y podremos ver algunas rapaces, e incluso linces.
Un poco más abajo de Las Becerras se ha construido el embalse del rió Pusa en una paraje de gran belleza de cortados graníticos y pizarrosos.
Después de atravesar Los Navalucillos, población de la que las primeras noticias se remontan a finales del siglo XV, principios del XVI. La ermita de Nuestra Señora de las Saleras, patrona del pueblo, fue bendecida en 1652. La iglesia parroquial está dedicada a San Sebastián y en su término se han encontrado un buen número de tumbas de origen mozárabe.
Al salir de Los Navalucillos se tiene una visión muy significativa de las rañas y valles septentrionales. Muy cerca se encuentra Los Navalmorales, población compuesta por dos barrios que primitivamente constituían dos villas independientes separadas por el cauce del río: Navalmoral de Pusa y Navalmoral de Toledo. Se comenzó a poblar esta última durante el reinado de Pedro I en el siglo XIV mientras que Navalmoral de Pusa comenzó en el siglo XV. Su unión se produjo en 1835.
La tipología de las edificaciones es distinta en los dos barrios. Merece la pena visitar la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Antigua, del siglo XVI, el Ayuntamiento, del siglo XVIII, los restos de un convento de capuchinos, una fuente de seis caños, del siglo XVII y la ermita de los Remedios, a las afueras del pueblo, y pasear por sus calles. Encontramos buena gastronomía en torno a la caza.
Regresaremos a Talavera de la Reina por San Martín de Pusa, un poblamiento muy antiguo según se deduce de los restos arqueológicos encontrados, pero del que se comienza a tener noticias en el siglo XIV. En 1518 el canónigo de Toledo Zapata funda un hospital y en 1580 se construye la iglesia parroquial, aunque el interior se remata en el siglo XVIII.
El conjunto urbano se apoya sobre el río Pusa y su estructura es muy irregular. En él, además de la iglesia, podemos ver el Ayuntamiento, obra de los siglos XVI y XVII, y una casona de acceso por zarguán bajo arco. La ermita del Cristo, del siglo XVI, tiene una magnífico artesonado de lacerías. La población conserva una tipología de viviendas muy uniforme, generalmente de dos alturas, de fábrica de ladrillo con aparejo toledano.
Camino de San Bartolomé, un camino que sale a la izquierda, nos conduce a los restos del castillo de Santisteban, un despoblado que luego daría origen a San Martín. Desde las ruinas se contempla una excepcional panorámica del Valle del Pusa. Es agradable pasear por la ribera del río Pusa.
Pasaremos por San Bartolomé de las Abiertas, a 20 Km. de Talavera. Antiguamente se dividía en dos poblados: Las Abiertas y San Bartolomé, éste último fundado en el siglo XVI, llamándose entonces San Bartolomé de Valdecelada. Las Abiertas eran unas humildes viviendas levantadas en el siglo XVI. La iglesia está dedicada a San Bartolomé, santo elegido a suerte entre los primeros pobladores.
Descenderemos en un fuerte escalón acarcavado a las vegas del Tajo y a la Ciudad de Talavera.
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